El líder de la banda Smashing Pumpkins, habla sobre el show que presentará en Chile, el nuevo disco que ha subido a internet, el público latino y la grupo de hermanos cantantes.
“Nunca tomo cerveza, nunca probé la cocaína, nunca fumo y nunca tomo café. Pero sí he consumido todo lo demás”.
Vestido completamente de blanco, Billy Corgan trata de contar, a su manera, que se mantiene alejado de ciertos vicios. Y esboza una sonrisa mientras se prepara una taza de té verde en una de las salas del Sheraton. Buen comienzo para la entrevista, tomando en cuenta los rumores que definen al líder de los Smashing Pumpkins como un tipo mal genio, arrogante e impredecible; un rockstar “místico” al que no le gusta que lo toquen. Es que mientras el malogrado Kurt Cobain componía himnos de angustia desde lo mundano, sin abandonar la estética de la juventud de la América profunda, Corgan —otro personaje icónico del rock alternativo de los 90— se hundía en universos paralelos y se proyectaba al mundo como un artista de otro planeta... sofisticado, excéntrico e hipersensible. De esa postura surgieron álbumes capitales de la década pasada como el nostálgico “Siamese dreams” o el conceptual “Mellon Collie & The Infinite Sadness”.
Pero al Corgan de ahora —que se presentará esta noche en el Movistar Arena junto a unos reconstruidos Smashing Pumpkins (es el único miembro original)— no le interesa vivir de tiempos pretéritos. Y cuando le preguntamos por la ecuación que emplea para mezclar pasado con presente, llega el primer momento de tensión.
“Todos preguntan lo mismo y no entiendo el por qué. Siento que sospechan que no tocaré temas antiguos”, exclama pidiendo explicaciones. “Lo que es importante para mí es que si me ves tocando ahora no estés ahí pensando en que está todo en el pasado. No quiero vivir del pasado y de hecho estoy pensando en dejar de tocar temas antiguos. Así que este va a ser probablemente el último tour en el que tocaremos viejas canciones”, agrega amenazante.
El interés de Corgan está ahora invertido principalmente en “Teagarden by Kaleidoscope”, el disco que desde el año pasado se encuentra subiendo a la red, canción por canción (son 44) y completamente gratis. El registro marca una nueva faceta en la carrera de Billy Corgan, por estos días apegado a la espiritualidad.
—¿Te acomoda más la forma de distribución de este nuevo álbum?—No creo que sea grandiosa. Es sólo una elección que hice frente a la opción que ofrece el mercado. Es como si te preguntaran si prefieres morir quemado o congelado. Yo elegí morir congelado en vez de morir quemado. No hay una buena forma de hacer discos en estos días.
Después de la metáfora, Corgan calla por unos segundos. Y contraataca.
“El negocio de la música se ha convertido en una prostituta fea. El problema no son los artistas sino que la industria trata de transformar a los artistas en prostitutas también. Incluso los artistas más grandes en América no venden muchos discos. Beyoncé vende alrededor de 3 millones de discos. Ya nadie es una superestrella. Sólo tienes gente fingiendo ser superestrellas y hay gente como nosotros que seguimos haciendo música, convocando al público. No somos tratados como superestrellas porque no calzamos con esta idea de lo que tiene que ser exitoso. Hoy la industria recompensa a idiotas con una canción. Todos con un computador ahora hacen una canción”.
—¿Y no te agrada esa posibilidad que ofrecen las nuevas tecnologías?—Amo la tecnología. Creo que es fantástica. Si la usas como un instrumento para hacer tu música es buena, pero si la usas para tapar tu falta de talento está mal.
“Los Jonas Brothers son talentosos”
Entre sus declaraciones de odio, Billy Corgan reconoce que le agradan estas tierras. En Brasil, la nueva propuesta de Smashing Pumpkins fue aplaudida y el cantante aún guarda el recuerdo de su primera presentación en Chile (1998), un show que no sonó bien —por problemas acústicos de la Estación Mapocho— pero que probó el inmenso entusiasmo de la audiencia local.
“El público europeo, exceptuando Portugal, España e Italia, tiende a ser intelectual y poco emocional. En Sudamérica tienden a ser más emocionales. Asia es un universo completamente distinto”, analiza el artista que, según sus cálculos, ha ofrecido más de dos mil conciertos a lo largo del mundo.
—Aquí demuestran el cariño a gritos…—Sí, es verdad, pero creo que hay una buena y una mala forma de gritar. En Estados Unidos gritan porque quieren atención; en Sudamérica gritan porque quieren demostrarte que te aman y que se sienten apasionados.
Corgan sabe harto de gritos. Smashing Pumpkins fue un fenómeno de popularidad hace una década y él sigue siendo un personaje carismático, homenajeado en “Los Simpsons” y recientemente en el popular “Guitar Hero”. “Nunca he jugado. Pero creo que la versión nueva incluye una guitarra de verdad. Eso es bueno”.
—¿Te gusta la concepción que tienen del rock las nuevas generaciones? ¿Los Jonas Brothers, por ejemplo?—Creo que los Jonas Brothers son talentosos. La música adolescente está muy bien. Cuando éramos niños teníamos a los Jackson 5, que son increíbles. No hay nada malo con el pop adolescente.
A estas alturas, tanto hablar del presente nos pone en deuda con ese pasado que muchos fanáticos quieren revisitar. Pero está claro que a Billy Corgan no le gusta el tema y se pone incómodo frente a la mención de los integrantes originales de Smashing Pumpkins, en especial James Iha, quien alguna vez lo acusó de tirano. Rompiendo esquemas, el guitarrista terminó formando Tinted Windows, una banda de power pop que incluye a uno de los integrantes de Hanson, el fenómeno juvenil de los 90.
—¿Escuchaste a Tinted Windows?—No.
—¿No te interesa hacerlo?—No.
—¿Alguna vez pensaste que Smashing Pumpkins y Hanson se cruzarían?—Es una pregunta tonta. No responderé preguntas tontas.
La molestia indica el fin de la entrevista. Corgan ha terminado su taza de té verde y volverá a su habitación para planear qué hará en Santiago a la espera del concierto; un show que, aunque no lo quiera, estará impregnado de un pasado que nunca podrá borrar.
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